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septiembre 20, 2024

Oración a San Francisco en la Capilla de los Estigmas


Hermano Francisco, que subiste a esta montaña
en un momento difícil de tu vida, marcado por una misteriosa tentación,
que te ha alejado de los hermanos y te indujo a una soledad más intensa con tu Señor.
 
 Hermano Francisco, que subiste a esta montaña
en una época agotadora para la Iglesia, necesitada del Evangelio,
debilitada por la iniquidad debido al enfriamiento de la caridad en muchos.
Por eso el Señor te concedió «al final, los dones para encender la caridad».
Y los signos son los de la pasión que Dios quiso sostener por nosotros,
en virtud de su inmensa caridad»1
 
Hermano Francisco, que subiste a esta montaña,
humilde discípulo de Cristo pobre, ardiente de caridad.
Te pedimos que obtengas del Señor la humildad para vivir en este tiempo
sin juzgar y alimentar los miedos y el don de la caridad, amar incondicionalmente.
 
Hermano Francisco, que subiste a esta montaña
y fuiste herido por el amor de Cristo.
Tus llagas nos dejan entrever las del Señor en la vida de muchos,
heridos por muchos males, en los pequeños y excluidos de nuestro tiempo.
Tus llagas nos invitan a no tener miedo de nuestras heridas y de las de los demás,
sino creer que, en el Espíritu, es posible una vida nueva a partir de ellos.
Tus estigmas nos recuerdan que también la Iglesia, esposa de Cristo,
golpeada y desfigurada por el pecado de tantos,
puede recomenzar de esas heridas,
aprendiendo que la verdad libera y la caridad edifica.
 
Hermano Francisco, que descendiste de esta montaña,
hombre de alabanza, cantante de Dios, que es Humildad y Caridad.
 
Hermano Francisco, que descendiste de esta montaña,
anunciando la Buena Nueva de Jesús.
Ayúdanos a convertirnos en Sus testigos con una vida rebosante de amor humilde,
signo del mundo venidero,
canto de esperanza por un tiempo apagado, pero sediento de esperanza.
Amén.
 
 1 Cf. San Buenaventura, Sermones de diversis, 59, n.13.